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lunes, 13 de mayo de 2013

APOYANDO A LOS NUEVOS TALENTOS: REPORTAJE A GUILLO ESPEL por Ricardo Coplan


La cita es frente al Conservatorio Manuel de Falla. Son  aproximadamente las 10 de la noche, y cuando llego, Guillo ya estaba sentado en una mesa de un bar,  esperándome. Tiene más aspecto de rockero que de profesor de composición del conservatorio, como efectivamente lo es. Inclusive me confiesa en un momento de la charla pertenecer a la generación que seguía los discos de los Beatles primero,  y de  Lennon y Paul Mc Cartney después. Y que su pelo largo y lacio es una supervivencia de aquella época. Sin embargo, hoy día es un hombre que abreva fuertemente en los ritmos y melodías folclóricas además de la música llamada clásica.
N:- ¿Como conjugas en vos mismo la música popular y la clásica?
E:- Es igual, es una misma cosa. Un día me levanto y compongo una cueca, y otro día música clásica. No hay diferencia. Yo no hago diferencia. En alguna época alguien pedía que le compongan dos minué para regalar y lo hacía. Era la música de la época. Por supuesto que hay diferencias en cuanto al gesto.
Entre los músicos nos llaman anfibios.
N:- ¿Por qué andan en la tierra y en el agua?
E:- Yo no me siento así. Para mi es el mismo ambiente. Son los músicos los que han hecho la diferencia. La música es una, los circuitos son diferentes. Uno presenta una obra para un circuito.
M:- ¿Como compones?
E:- Yo trabajo primero en guitarra, que es mi instrumento., o en piano. Después paso a la computadora. Principalmente cuando trabajo en piano, como no es mi instrumento, tengo diferencias con el tiempo. En la computadora tengo el tiempo real. Necesito que el oyente camine a la par mío. Las artes que se desarrollan en el tiempo, como el cine, el teatro o la poesía, y la misma música precisan que el observador, el lector, o el oyente, vayan caminando a través de lo que está viendo o escuchando. Es cierto “que sobre gustos no hay nada escrito”… a lo largo del camino no me tiene que aburrir primero a mí, tengo que encontrar mis tiempos. Hay una lucha con mi obra. Tengo que encontrar mis limites… así uno es feliz… cómo hacer que me guste y mejorar algo de mi obra.
N:- ¿Qué es lo que te estimula para componer?
No creo en la inspiración, creo en disparadores. Es puro trabajo. Me parece muy megalómana esta idea expresada por algunos músicos,  “de repente me apareció una melodía, y era como si otra mano la escribiera”. Ninguna canción trasciende si no hay plata, promoción.  Soy un laburante de la música. Me costó mucho, horas culo. No tengo talentos especiales, es mucho sacrificio, mucho trabajo.
Hubo eso sí, un cambio en la manera de relacionarme con la producción. Hasta hace unos años escribía pensando en el disco, me lo imponía. Ahora cuando da la posibilidad de completar uno lo hago, si me faltan uno o dos temas…
Tengo once o doce discos, lo saco cuando es inevitable. Yo trabajo diferentes versiones de un tema. Tiene que haber una idea, una interpretación, algo que me dispare.
Entre el 2006 y el 2009 tuve una crisis con la música, me preguntaba si había elegido bien. A los 23 me recibí de psicólogo y ejercí hasta los 25, en que decidí dedicarme a la música.
N:- ¿Qué estás escribiendo ahora?
E: -Ahora estoy escribiendo mucha obra mía. Si una propuesta es mala no la tomo. Desde el `95 escribo para marimba. Justamente para dentro de unos seis meses me invitaron a un festival de marimba en Chiapas, para dar una master class. Gente que no me conoce personalmente, me tiene en cuenta, es algo muy gratificante, más allá del dinero que me paguen. También superviso un programa para hacer el himno nacional con instrumentos autóctonos.

Ya finalizando la amena charla, recuerda dos figuras clave en su formación musical y en su vida, como Manolo Juárez, “… que fue mi maestro y ahora es mi amigo”, dice. Y Eduardo Lagos, ya fallecido. Ambos extraordinarios pianistas y músicos poco recordados.
         

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